sábado, 15 de julio de 2017

Un terrorífico Ruiseñor

Para el tercer festejo de la feria ceretana se anunciba un encierro de Saltillo, excepcionalmente presentado y que tuvo un comportamiento manso en general, faltando mucho fondo, viniéndose todos abajo en el último tercio e incluso algunos antes. Tuvo peligro en determinados pasajes, dejando muchos matices. El segundo tuvo que ser sustituido por un sobrero de Hdros. de Christofer Yonnet.

En primer lugar salió Vendaval, todo un señor de presencia, con un gran morrillo, muy compacto, un toro de una pieza coronado con dos leños imponentes y astifinos. Algo abanto en un principio, brincó con peligro en los lances de recibo, tirando gañafones. En varas acudió de largo a la primera, algo caída, en la que cumple; a la segunda acudió sorprendiendo a Gabin Rehabí, que se agarró como pudo y luego le buscó la culata. Tercera desde los medios a la que acude saliendo a buscarlo el jinete, cumpliendo el toro con la cara a media altura mientras tomaba un puyazo algo trasero. Cuarta desde los medios, tardea y sale con valor el piquero a buscarlo, se agarra trasero y es desmontado de su silla, casi cae al suelo al haber perdido ambos estribos, sin apoyo alguno para poder regresar a su montura, quedando en el cuello del caballo, teniendo incluso que apoyarse con la mano en el lomo del astado mientras le buscaba y apretaba por el lado izquierdo, ante la pasividad de Sánchez Vara y su cuadrilla, que estuvieron tardos en quitar a la res. Para dar órdenes al picador estuvo muy firme el director de lidia, quizá no tanto para socorrerlo. Banderillea el matador, primera pasada en falso, poniendo después los pares en la cara, buscando bien los terrenos, cuadrando hacia las afueras y no a los adentros, donde apretaba más. Sánchez Vara inició su faena a la defensiva, guerreando con el toro, tratando de ir alargando su viaje con suavidad pero con las precauciones lógicas, quizá demasiadas, a una embestida con un viaje muy corto y acompañada de gañafones bruscos. Pinchó tras ponerse al natural y no lograr lucimiento, pues a las dificultades se sumó el viento. Ovación al toro, encastado y poderoso, con peligro. Silenciado el diestro.

Capucherito fue el segundo, y si compacto era el primero ojo al remate de este y a su presencia. De nuevo la historia de ayer, le hacen rematar y se destroza el pitón, además se lastima de atrás tras. Dos entradas al caballo lamentables con un picador que ni supo dominar su montura ni tuvo el valor para aguantar encima del palo cuando el toro cabeceó, por no hablar de su punteria como varilarguero. Fue devuelto por la presidencia entre la incomprensión de Pérez Mota y la chulería del peón que reventó el pitón, desatando la correspondiente bronca.

El sobrero fue de Herederos de Cristopher Yonnet, numero 7, aunque lucía un 07 en el costillar izquierdo, que salió con pies y pegajoso en los lances, enganchando las telas con su cabeceo, algo que se vio acrecentado al unirse a la falta de temple de su matador. Tomó un buen primer puyazo al que tardeó, recargando bien en la pelea. Le costó ir a la segunda entrada, en la que se le arreó fuerte en buen sitio. En banderillas se mostró muy aplomado, costándole arrancarse hacia los de plata, de ahí que varias pasadas fuesen en falso. El astado en el inicio le tiró un gañafón por alto, llegándole a simple vista a la zona del cuello, tuvo claro que no queria ir a coger la muleta. Se retiró el gaditano a la enfermeria, despachando Sánchez Vara de bajonazo a paso de banderillas, levantándolo el tercero al cachetear. Silencio en arrastre.

Jilguero fue el tercero, también imponente este número 11, que se volvió incluso a rematar a la puerta de chiqueros a la que la cerraron, astillándose el pitón al rematar en uno de los burladeros, de nuevo citado por un banderillero. Blandeó en los lances de recibo y tomó una vara caída, en la que peleó sin mucha pujanza. No así en la segunda, a la que acudió pronto de largo y empujó con fijeza y desplazando la cabalgadura en un buen puyazo delantero, tal como el tercero, al que tardeó más y del que salió suelto. Hizo Gómez del Pilar un quite lucido por navarras rematado con serpentina antes de que midiese y esperase el morlaco en banderillas, haciendo hilo a los adentros, poniéndoselo muy dificil a los rehileteros. En la muleta estuvo aplomado y a la defensiva, tirando gañafones. El diestro lo intentó con disposición, sin terminar de confirarse, hasta que parece que se confió y le perdió la cara, arrancando hacia él en dos ocasiones el astado, librandose gracias a la rapidez de su cuadrilla para cortarlo. Apenas un par de adornos por abajo y dejó un  pinchazo hondo caído, escuchando un aviso, dejando a continuación una media estocada bien agarrada, en todo lo alto. Descabelló con dificultades a este encastado, manso y complicado por reservón, que fue silenciado en el arrastre, al igual que el coletudo.

Bravío, como aquel célebre del Conde de Santa Coloma, se llamó el lidiado en cuarto lugar. De nuevo astillado al ser citado a rematar a un burladero, antes de repetir con pies en el recibo, revolviéndose a cada lance. En las dos primeras entradas no se le picó, por no lograr agarrarse el picador y aguantando sin echar el palo como apoyo mientras empujaba. Fue en la tercera en la única en que se le recetó un puyazo, que cayó trasero tras rectificar, pues señaló caído. El astado cumplió en las tres aunque sin meter riñones, pues solo levantó la cabalgadura en el choque, sin continuar empujando, a pesar de no tener el palo encima en las dos primeras. Quitó Sánchez Vara a la verónica, antes de iniciar e tercio de banderillas junto con Raúl Ramirez, que hizo el salto de la garrocha. La primera pasada fue en falso, pues el astado le espera, arrancando a por él d plata con la garrocha en la mano cuando se encontraba ya a muy corta distancia, logrando escapar con un recorte. Ya en la segunda entrada logra hacer el salto aunque le voltea el toro, pues de nuevo le esperó reservón y tuvo que saltar practicamente para provocarlo, tirando el toro la cara alta y cayendo el saltador de mala manera sobre el albero, pues al golpearle le desequilibró. Cuadró Sánchez Vara en la cara con mucho mérito el segundo par, teniendo que tomar el olivo y barbeando el toro tratando de engancharlo, en una instantánea impresionante. El tercer par lo puso al violín de dentro afuera, con mucha exposición, recibiendo un gañafón en el pecho, poniendo en pie parte de la plaza que le tributó una reconocedora ovación. En la muleta el astado pareció desplazarse hasta que enseguida perdió las manos y se defendió costándole embestir. Además Sánchez Vara le acortó las distancias, agravando el defecto. Mató de buena estocada, dando por ello la vuelta al ruedo tras una leve petición de oreja. Duro de patas el saltillo, que se levantó tras haberse echado, con el estoque en lo alto, fue para lo único que reservó fuerzas y casta. Fue despedido en el arrastre con leve división,predominando los pitos.

En quinto lugar se jugó Salador, un buen toro de presencia, aunque sin sobresalir como sus espectaculares hermanos anreriores. Pérez Mota lo recibió con un buen ramillete de verónicas, con el apósito en el cuello, en la herida. Se vivió un tercio varas vibrante; ya en la primera cayó el caballo tras acometer el toro, romanear y repucharse, perdiendo apoyos el jaco y quedando Óscar Bernal totalmente descubierto, en el lado derecho del caballo, frente al toro, en un angustioso lance del que salió como pudo tirando la vara al toro y tomando el olivo tras incorporarse. Pese a todo no fueron capaces de llevarse al pavo de la jurisdicción del caballo caído, pues se frenó mucho y acometió al mismo, volteándolo y pudiendo haber preparado una carnicería que afortunadamente quedó en cornadas que fueron contra el peto y no contra zonas desprotegidas, llevándose colgada en el pitón la funda de la montura. Ya con el caballo levantatado se subió Bernal con presteza pues el toro seguía sin estar sujeto y amenzaba acometer, montándose aún sin estar la funda puesta sobre la silla, poniéndola a continuación, segundos antes de citar para una segunda entrada, en a que en un puyazo trasero empujó con poder, metiendo al equino contra las tablas. Cerró el tercio con una tercera, tras escarbar mientras tardeaba en los medios. Se agarró el charro en buen sitio y el saltillo romaneó y buscó el costado izquierdo, cogiendo en su empeño al caballo por los pechos, aguantando y defendiendo muy bien a su cabalgadura Óscar Bernal, que ademá toreó a caballo en todos los cites, luchando porque arrancase para una cuarta entrada a la que tardeó mucho desde los medios, cambiándose el tercio. Ante los de las frías fue muy complicado, totalmente agarrado al piso, teniendo que llegarle mucho tanto en la brega como en los pares. El primero fue de gran exposición, con el toro cerrado en tablas, y el tercer par en la cara, tirándole un gañafón, tuvieron gran mérito, saludando por ello el de plata pese a ser este último par practicamente a la media vuelta y a quedar los pares caídos, fruto de la exposición que supo captar la afición. En la muleta el astado se apagó, defendiéndose, ante un Pérez Mota que se limitó a estar por allí poniendo la muleta desconfiado a los tornillazos que le iba pegando el morlaco por ambos pitones. Lo mató de una buena estocada tras pinchazo, un punto contraria. Ovación en el arrastre para un astado sin fondo, yo diria de estilo vazqueño, pues se dejó todo en el primer tercio, apagándose a partir de este, y quizá ni eso, pues no tuvo para la cuarta entrada y aquellos eran explosivos en prontitud hacia el caballo. Silencio para Pérez Mota.

Ruiseñor fue corrido en sexto lugar, de preciosa estampa y mirada muy afilada. Se paró tras los primeros compases, pegando un arreón de un momento a otro en el que desarmó a Gómez del Pilar, que tomó el olivo. Desorden total el vivido en varas, pues más de cuatro puyazos fueron recetándose por parte del encelado Pepe Aguado que con saña le fue buscando cuarteando desde tablas por más de la mitad del anillo, pues tras la primera entrada a la que se fue al relance, sin que Pérez Mota hiciese gran esfuerzo por sujetarlo, salío huído el astado, disponiéndose con saña el varilarguero a buscarlo desde las tablas citándole, entrando y saliendo en varias ocasiones el burel, sin hacer caso alguno de las órdenes de su matador y totalmente obsesionado con reventar al toro a puyazos, como si ahormar al toro que no se emplea consistiese solo en hacerle boquetes, y sin la pericia y oficio que requiere el saber tapar la salida para que se ahormen empujando estos mansos encastados que no se emplean en la pelea, pues podrá decir el piquero que él aguanta bronca y multa con tal de no dejarlo a su matador sin picar, pero lo dejó sin ahormar, que es el objetivo final de picarlo además de que pueda verse la bravura del toro. Ya con el picador más calmado lograron entre del Pilar y Sánchez Vara que obedeciese y regresase a contraquerencia, entre una bronca espectacular y bien merecida, pues lo realizado fue una vergüenza total, digna de calabozo. Allí tomo dos puyazos de largo, sin tapar salida para que empujase, agarrándose trasero y arreando estopa sin miramientos, habiéndose visto entretanto los pies que tenía haciendo hilo y lo fiero de su embestida, teniendo que tirarse de cabeza al callejón el peón de brega, llegando muy apurado al cerrarlo en un burladero. Ya en banderillas carreras y saltos al callejón, pues el toro impone verdadero terror, tratando de resolver la papeleta a la media vuelta o de una en una, optando el palco por cambiar con dos palos tras varias pasadas, ante la falta de lucimiento y el peligro evidente. Antes incluso de pegar el primer muletazo, ya se ovacionó al diestro toledano por decidirse a ir hacia semejante y pavorosa fiera; y la actuación tuvo mucho mérito, pues se pusó a intentarlo logrando incluso algún pasaje, que por mínimo que fue, llegó a los tendidos como si del mejor muletazo se tratase. Todo lo que ante Ruiseñor se hizo tuvo una importancia tremenda, pues tuvo a la plaza en vilo. Tras probarlo e intentarlo incansable por ambos pitones y entre la cantidad de sustos, pues en todos le buscó con brusquedad, mató de una estocada muy tendida sin haber terminado a mi entender de machetearlo de pitón a pitón para que descolgase, teniendo que descabellar. Manso encastado terrorífico que fue despedido con división y que será dificil de olvidar por la sensación de miedo que me llegó, a pesar de estar en el tendido. El joven espada fue sacado a saludar, recogiendo una ovación fuerte, disponiéndose a dar una vuela al ruedo que no me hubiese molestado, pero que tuvo que interrumpir por las protestas.

Rubén Sánchez

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